Follemos, vida mía, follemos ya
pues todos nacimos para follar,
y si tú el pene adoras, yo el coño amo, y el mundo
una mierda sin esto sería.
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Y si post mortem follar se pudiera
diría: así follemos hasta morir,
pues tanto follaron Adán y Eva
que la muerte les pareció harto injusta.
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Y es verdad, que si los muy tunantes
no hubiesen comido aquel fruto engañoso,
bien se hubieran saciado los amantes.
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Más dejémonos de historias, y hasta el corazón
híncame el pene, y ahí reviente
el alma que vive y muere por él.
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Y, si es posible, fuera
del coño no me dejes los testículos,
de todo placer gozado, testigos. "
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Pietro ARETINO (s. VXI)