Adopta esa postura, de tal modo
que asiento sea la rosa de mi pene
y mullido cojín tus dos nalgas.
Pero cuida no muevas
el suave terciopelo de los muslos,
no vaya a derramarse la mañana
y en pejugal no crezcan los jazmines.

Jerôme de Suabia (s. XIV)